viernes, octubre 02, 2009

funerales en vida

No me enteré de este 2009, no me enteré de cómo se escapaba de entre mis manos antes del invierno. Se me fué deprisa y continuamente me cuestiono si es o no 2008, aquellos maravillosos e indiferentes años.
Nunca me habían cantado con guitarra en un lugar tan sereno, y quizás sea eso lo que haya matado a dos mil nueve, o no, no sé.
¿sabes eso de sentir como una especie de élice sobre tu cabeza, ante la planicie, pero que planea y no baja ni cesa?
Lo intento pero no puedo, quisiera dejar esta herida en manos de una mujer y así adivinar a eva entre las...(¿tinieblas? ¿no suena demasiado cutrétrico?)a eva, a la eva que tanto me ha dado de vivir y desayunos in café con leche ausentes; y no porque la máquina estuviese rota: no desayunábamos nunca, como mucha gente, pero sólo como nosotros, y yo salía corriendo por las escaleras porque bloqueabas el ascensor con tu cuerpo recién despierto, cubierto por tu pelo y sonriendo tímida y pícara como siempre, con una mano a dos palmos de tu cabeza apoyada en la puerta y la otra en la cintura.

Ojitos de miel,
besos de gato
y lágrimas de plomo sobre este pecho de aceite.

. En esta antología de llantos, a veces disfrutábamos como niños pequeños cogidos de la mano haciendo volar a las palomas. Y lloras, o llorabas, eva, y yo te miraba con estas cuencas sin ojos y tu cielo estallaba tan altruistamente que nos lanzábamos a la borda día tras noche

Soy vulnerable, y si me cogen de la mano puedo causar fatiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario