viernes, marzo 13, 2009

rendir cuentas

no me apetecía otra cosa que sentir. ni escribir ni maldecir a base de cantigas para el sobrevivir y odas del malvivir. sentir, me apetece sentir.

Sentirlo todo en la palma de mi mano para que se impregne en ella el olor de la vida, si es que existe el olor éste o la misma vida,

ahora, tengo agobios de millonario

viernes, marzo 06, 2009

desert eagle desganada


Cómo me gustaría, joder.

Como me encantaría verte atado de pies y manos a esa silla.
Cómo me gustaría acercarme con una desert eagle en la mano y ver cómo tu cara enrojece y se angustia. Ver cómo empiezan a rodar esas lagrimitas junto con unos inteligibles balbuceos que se oirían al tener tu bocaza cerrada con un esparadrapo.

Cuánto me encantaría quitarte de un tirón la cinta plateada de la boca y meterte la pipa en ella mientras lloriqueas unos “no, por favor”.
–¿lo sientes?- te diría.
–¿notas el sabor del hierro mezclándose en tu saliva? Curioso que ese vaya a ser tu último sabor, ¿no?- fantástico.

Cómo me gustaría, además, magullarte un poco, a lo reservoir dogs, y que llores…cómo me gustaría pasearme delante tuya y cantando mientras estás atado a esa jodida silla y sufriendo, sin saber en qué momento te apuntaré con la 5.0.

¿Y dónde mierda se encuentra esa silla que tanto añoro? ¿Quién la tiene? ¿Dónde cojones está? ¿Dónde está la llave que me la da?
La clave es esa silla, tiparrejo, no lo dude; si la tuviese, estaría usted en ella, seguro, lloriqueando…lloriqueando y diciéndome que no tengo motivos…¡pero cuántos errores, por favor, pero cuántos!


Ni te imaginas lo que guardamos en los corazones los locos de atar…

Tiene usted mucha suerte…
ich hab´ keine lust