lunes, enero 16, 2012

El Momento y La Paradoja

el tic tac ya no dicta. el tic tac se somete al dictador que lo retuerce a la vista y sin que lo veamos, que lo hace nacer por un agujero y desaparecer en cierto punto del cielo para volver a reaparecer, bajo tus pies, desiertos. No hay dogma y hay caos, por tanto. En tanto que no hay norma ni sombra si no hay luz, el reloj no tiene sentido; lo único que tiene sentido es escurrirlo como una toalla sobre mi boca para que caiga la última gota y verlo brotar de mi pecho y de mis manos. Y de mi luz mi sombra, porque me duele la vista de ver al dictador que impide al reloj dictar y hacer el tic tac.


A dos minutos de darte un patadón de suela en medio de la espalda. Y gritarás en lo alto de la escalera.

A menos de dos minutos aún para que te dobles y te retuerzas como un ciempiés bajo mi suela,

a algo menos de que saque en ti la falta y salgas directo a hacer home run por las escaleras.

en poco más de un minuto y medio rodarás como un tonel medio lleno de mierda agarrándote la barriga en el suelo.

Al minuto y medio exacto volverás a gritar,
absorto, sin parar de llorar,
en medio del salón como una oruga retorciéndose de asco,
meciendo su dolor en estertores de miedo.

Al muy poco empezaré a bajar las escaleras
tranquilo,
calmado el paso,
sonrío,
danzando escalones,
escuchando cómo te agarran mis dolores.

No pasarán dos segundos más para que entres en pánico, para que una idea se esboce en tu mente: la idea de que tan sólo exista mi sombra.

Cuando falte menos de un minuto, tus gritos y alaridos serán sollozos y aullidos. No te atreverás a gritar cuando esté tan cerca, sería desafiar a tu propio pánico. Te habrás convertido en un animal.

A menos de medio minuto de que vuelva a patearte la cabeza, saco de mierda, penalti fuerte. Mira hacia la puerta.

Ya sólo podrás entender, pero no moverte ni hablar; y verás mis zapatos delante de tu charquito brillante de sangre. Y tampoco entenderás una mierda, porque serás un vegetal.
Y me verás,
cuclillas las rodillas,
y oirás un susurro que ya ni entenderás, y notarás mi lengua deslizarse, lacerante, por tu oreja, y llorarás, más aún, sin poder comprender siquiera tus espasmos.

Y sólo faltaran diez segundos,

y me levanto,
(nueve)
crujo mi cuello,
(siete)
y mis dedos,
(seis)
giro y te escupo
(cuatro)
andando hacia la puerta,
(tres)
y la abro,
(uno)
y salgo
y la cierro suave,
despacio.


y antes de cerrarla vuelvo a arrastrar todo tu peso de otro patadón en lo alto de la escalera, violador de mierda, dictador, montón de basura.

martes, enero 03, 2012

http://www.youtube.com/watch?v=I4fHyOa_bDY&NR=1&feature=endscreen



Me gritan mis antiguos vientos en mí incómodos. El viento que me sopla me hace girar sobre mí mismo; y tú, frente a tu atardecer en la playa, te giras hacia mí tranquila en este balcón, con tu copa de vino, de tinto. Sonríes y vuelves la vista al sol que te alimenta; tus sabios y rubios cabellos viven si sonríes, bailan al viento, pero se desplomarían de golpe si llorases.

Este ser peludo y pequeño se retuerce sobre sí atusándose las carnes y desperezándose en mí, en un claroscuro confuso.

Perdonadme que no se me entienda al escribir, pero es que soy el hombre de la gabardina de vuestros dibujos. El de la sombra, el que se sacude la chaqueta para taparse el cuello, perder la mirada y encoger sus hombros de espaldas al viento que le hace sombra y le atusa el flequillo a la cara.


paso de ser incienso a ser una sensación; sólo quiero ser una sensación descriptiva que te erice la piel. Tambores, señores... !tambores!