miércoles, febrero 25, 2009

Juan Ramón Munet Batcát (mogway)

sentado en una silla de madera de culo redondo en el balcón, una silla con, quizá, cincuenta años. Las piernas abiertas y sobre ellas una suerte de escopeta o de fusil o no sé que clase de regulador.
una pipa de tabaco en la boca le acompaña; no es tabaco normal, es un tabaco que él planta; no la droga ésta de los jóvenes que les pudre el cerebro, un tabaco bien bueno, jodídamente bueno, irremediablemente bueno, tan bueno que te eyacula el alma al mascarlo.

la camisa abierta a mitad del pecho y los tirantes marrones sujetando sus pantalones con, quizás, algunos veinte años también.

su cara, ya no es lo que era antes, se siente cada mañana ante el espejo como si le hubiesen tirado de la piel y ésta se hubiese quedado colgando; y los peluchos grisesblancos de la barba tampoco son lo que eran antes, ahora son sólo meras coincidencias.
su labio superior caído por haber llevado bigote antaño y los ojos escondidos adentro de sus cuencas, la mirada perdida, mirando al final de la calle que se ve desde su balcón.
nadie en ella ya pasea, sólo drogadictos y putas y algún maleante maloliente.

Nada es lo que antes era, nada tiene sentido ahora, ¡que salga a palestra el jodido imbécil que cambió todo esto! ¡que salga de su rolrois si tiene los cojones de presentarse ante mí!, decía a grito limipio y desgarrado desde el balcón.
daba igual, nadie respondía, ni tan siquiera aparecía aquel patán que lo cambió todo, no. no por nada, sino porque no lo había.

las manos enormes apoyadas en los extremos de la escopeta de caza; y su pelo, grisáceo, sin nada que aportar ya al mundo además de experienciahistoriasconsejosyverdadescomotemplos.

¡qué más le daba a él lo que pensaran de él o lo que con él hicieran ahora que nadie lo valora!? ¡qué demonios más da!?



empezó


murciélagos salieron de todos los cajones y rincones y armarios y bajocamas que tenía en su casa. un griterío inmenso.
Gerona ahora calló, ni ella misma sabía en qué mes estaban ni en qué estación ni qué mierda era lo que estaba pasando en ese puto año tan maravilloso.
Gerona se estremece.

todos esos murciélagos, ahora, salían rodeando al viejo inutilizado por todas y cada uno de las personas que había conococido, el viejo.....se volvía loco.

SE VOLVÍA LOCO, pero...

había nubes ahora y el cielo gris las sostenía, y se veía perfectamente por la calle, era pleno día.

el viejo sentía cada vez más la sed de sangre tan necesaria y justa arremetiendo contra su pecho a base de grandes placajes. uno tras otro, otro tras el otro; y tras éste último otro, otro otro y otro

al viejo loco le cambió la mirada

¿qué podía hacer? díganme!
¿qué mierda podría hacer un viejo loco con una escopeta en las toscas manos y un rápido índice para tirar de gatillo tras asquearse tanto del mundo?

saltó

saltó al suelo desde el balcón y probablemente se rompió un par de huesos y la cadera, pero, admirablemente, podía continuar. algo magnífico le movía.

ligero el paso cuesta arriba, arrastrando una pierna. un tiro, pah!, un yonkarra al suelo y rodando cuesta abajo; gente que venía por la calle ahora huye despavorida.

patada en un puerta de un bar y masacre magistral ipso facto... uno tras otro, todos los feligreses untaron el suelo de sangre.
al dueño del bar le cascó con la culata en la cabeza mientras le agarraba de la camisa...y le escupió y el esputo se estampó en su frente y se deslizó por su cara hasta el cuello, negro y denso esputo; y acto seguido le metió la pistola en el estómago y disparó.

el viejo loco estaba muuuuuy cuerdo


conforme salía, junto al sonido de sus pasos sobre los charcos del bar, vio a uno de estos guardias jovenzuelos que se deciden a conquistar el mundo desde una plaza de policía en un jodido pueblo de mierda, mentecatos comepollas, lameculos chulescos y prepotentes. le disparó sin dudarlo, sin dudarlo un tiro al pecho y se acabó el muchacho. métete ahora esa cresta engominada por el culo.

siguió andando calle ariba con un tiro en el brazo izquierdo y soltando sangre para regalarla al mundo y regarlo con ella y redimirlo al más puro estilo cristiano.

un tullido loco avanzaba por las calles de gerona de mil novecientos treinta y tantos o dos mil no se cuantos con una escopeta en la mano matando a gente despistada que no tenía culpa de nada; precisamente por no ser culpables y haberlo consentido merecían el disparo


pah! otro disparo...
cartuchos al suelo: podías encontrarlo en cualquier sitio, sólo debías seguir sus migajas, su hambre destructiva y su nada que perder.

se hubieron de juntar diez antidisturbios o veinte con escudos porras y armas rodeándolo para no dejarlo salir, recibiendo disparos uno tras otro e intentando derribar al viejo demente con tiros en la cabeza y en el pecho y él seguía de pie...disparando al mundo que lo había matado, desparramando trozos de cráneo y sesos al suelo, disparando a la autoridad que quería acabar con su vida, que quería acabar con la libertad de un anarquista o de una persona completamente normal que simplemente supo seguir la línea de puntos. espasmos a cada disparo y cantaba una alegre canción con su atronadora voz.

ni anarquismo ni pollas... sed de sangre... el mundo le empujó al rincón en el que se necesita ver derrames de sangre y gentes por los suelos de rodillas ante otros llorando y tapando sus huecos de balas, necesitaba ver a niños de 4 años al lado del cadáver de sus padres sin casi poder comprender, necesitaba sentir que no sólo era dueño de su vida, sino de la de los demás....necesitaba esa fantástica palanca de control y manipular la realidad para ver el resultado... el excelente resultado.
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juan ramón cayó al suelo desplomado clavando la mirada en el cielo con una sonrisa, mil boquetes en su cuerpo, la ropa tintada granate y un charco en el suelo que bañó al mundo entero.

juan ramón, un día, fantaseó con administrarse un tiro.

domingo, febrero 22, 2009

hablábamos con cho

A veces, cho, a veces.

Ese es el tema que me inquieta, claro, a veces; dicen, a veces.

El hecho de que a veces te agarre del pelo y te lance el rostro contra el escritorio para, simplemente, verte sangrar, me excita jodidamente.
Comprendo que, a veces, te pueda sentar mal que te plante el antebrazo en la frente y te retire la cabeza hacia atrás para con un cuchillo ver tu yugular respirar al aire libre, agarrarte con fuerza del pelo y deslizar la hoja sobre el cuello y destrozar, como siempre, algo bello.

Quieren convencernos, cho, pero las cosas no siempre son bellas.

Pero a veces me siento en el show de truman y defeco en sus difuntos, cho, y me miran con aprecio como diciendo que no sé lo que hago y ni tan siquiera donde estoy, cho.
¿qué le vamos a hacer?

A veces me casco unos chupitos de cointreau con larios y vodka solamente por conocer el dolor y disfrutarlo, y ver cómo se nubla el mundo y cagarme en la realidad.

Demasiadas veces he tenido que sacar de casa un cadáver envuelto en plástico con la cara angustiada, cho.

La Angustia, cho, la Jodida y puta Angustia, cho.
La Angustia, a veces, se te sienta al lado y te ves obligado a invitarla a beber, y al rato, pero sólo al rato, a veces, dice de besarte.


Calla y deja que me retire la bala del karma, cho

lunes, febrero 02, 2009

retahila vital

por gritarnos y despedazarnos, por mirarnos fijamente, asentir, alzar nuestra esbelta figura, y seguir bailando hasta que la canción deje de sonar paulatinamente. a un violento desdén en el que te dejarás caer hacia atrás para que te coja y tu pelo deje con la miel en los labios al suelo por no besarle

huele a un nuevo paso, huele a un nuevo caminar entre tus gráciles piernas, huele al carmesí de la primera noche en la cama tras la exahusta sensación de haberlo hecho todo bien.

marcando el compás con la gracia tentadora de un gato me vas llevando hasta donde ni siquiera tú lo sabes, hacia más lejos, hacia más allá, y más allá es más lejos de aquí; pero contigo, bailando, no importan las distancias.


y me vuelvo a despertar. Todo esto no puedo escribirlo ahora