jueves, octubre 08, 2009

la mejor resaca

Adivinar un rostro precioso inmerso en un vocabulario gernoso y sobre una personalidad que deja poco al asombro. adivinarlo entre las sabanas gimiendo y loco el rostro y entumeciéndose el resto del cuerpo y el torso irguiéndose a cada sacudida de calor. Adivinarlo entre las ráfagas de luz lunar que deja que pasen esta ventana minúscula y las cortinas abriéndote paso como una musa (ya no tan difusa); la situacíón se torna de nuevo obstusa y no sé qué tipo de excusas se evaporan con la intención tan pura y pulcra de abrir las esclusas y así excluir a ciertos individuos de esta carnada y fluir, que es lo importante, fluir como cerdos el uno del otro y sudarse el celo sin miedo y con muuuuy poco recelo. No hay esperas ni parones y el humo ciego del fruto de las flores nos puede hacer tumbarnos doloridos y corridos a manta.
El celo del uno frente al otro y las aureolas de colores suaves y tenues y los ojos azules huelen a sexo por cualquier parte del mundo. Saben a caramelo de café, y sin duda, ni a whisky ni a hielo: saben a celo, a bocanadas de celo y sangre por el suelo y sobre el cuerpo y empapando las sábanas para resolver el entuerto cegato; y al rato, desplomarse sobre una inmensidad de plumas y gorgotones de maravillas y purpurinas para explicar que follar es una actividad sin igual.

(y dolor de cabeza al final si es con desconocidos)

1 comentario:

  1. Anónimo10/13/2009

    Siempre había escogido al azar las novias de una noche más por el precio que por los encantos, y haciamos amores sin amor, medio vestidos las más de las veces y siempre en la oscuridad para imaginarnos mejores.

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