viernes, octubre 30, 2009

insatisfacción

no sé si te he contado ya lo que me pasa cuando mis ganas gritan frente a cualquier cosa. Se me tergiversa la vista y empiezo a hacer oblicuas las esquinas de las fotografías, las miradas de recelos arden los objetos admirados y un tú tan extremadamente lejano, un tú atrapado por esos asquerosos 80 que tanto me duelen. Comienzo a distinguir entre la esencia y los colores con sus formas y sus alas plegadas frente a cada cuadro; puedo comenzar a elevarme sobre el resto y el eterno vaivén deshilvanador de la hermosura y constructor de la realidad más dolorósamente dura.
Te hablo (ya no sé si Eva, porque eres lejana)de la sensación de poder ver infinítamente todo infinítamente hermoso, de tocar la lengua, el cielo y la luna de la dulce pederastia en el cuerpo de una mujer de la más absoluta madurez, puta lejana.
Siempre me han desconcertado los ojos profundos y negros en las caras sin maquillajes, me ha asustado siempre hasta desfallecer el no poder no aceptar un rostro desnudo de ojos profundos, pero siempre he aceptado desconcertado al no saber remontar el mundo de esa vida tan desesperadamente hermosa y loca.

resaca de vino tinto en la madeja de mi cuerpo y en la bandeja del salpicadero.

Es la sensación boquiabierta de abrir los ojos para admirar a lo absoluto, la de torcer la cabeza al ritmo del retorcer del torso y sentir el hormigueo de unas pupilas dilatadas que han visto lo que no esperaban ver;
al unísono mi cadáver y el baile de una virgen provocadora.
No sé si te he explicado aquello de que alguna vez el amor no es el amor y es la lujuria o la añoranza de ella; y se echa de menos con una fuerza aún mayor.
Se puede matar a alguien a distancia simplemente con echarle de menos,
y más de una cabeza pende sobre un hilo llameante en estos distantes años modernos.

insatisfecho es la palabra.

jueves, octubre 08, 2009

la mejor resaca

Adivinar un rostro precioso inmerso en un vocabulario gernoso y sobre una personalidad que deja poco al asombro. adivinarlo entre las sabanas gimiendo y loco el rostro y entumeciéndose el resto del cuerpo y el torso irguiéndose a cada sacudida de calor. Adivinarlo entre las ráfagas de luz lunar que deja que pasen esta ventana minúscula y las cortinas abriéndote paso como una musa (ya no tan difusa); la situacíón se torna de nuevo obstusa y no sé qué tipo de excusas se evaporan con la intención tan pura y pulcra de abrir las esclusas y así excluir a ciertos individuos de esta carnada y fluir, que es lo importante, fluir como cerdos el uno del otro y sudarse el celo sin miedo y con muuuuy poco recelo. No hay esperas ni parones y el humo ciego del fruto de las flores nos puede hacer tumbarnos doloridos y corridos a manta.
El celo del uno frente al otro y las aureolas de colores suaves y tenues y los ojos azules huelen a sexo por cualquier parte del mundo. Saben a caramelo de café, y sin duda, ni a whisky ni a hielo: saben a celo, a bocanadas de celo y sangre por el suelo y sobre el cuerpo y empapando las sábanas para resolver el entuerto cegato; y al rato, desplomarse sobre una inmensidad de plumas y gorgotones de maravillas y purpurinas para explicar que follar es una actividad sin igual.

(y dolor de cabeza al final si es con desconocidos)

viernes, octubre 02, 2009

funerales en vida

No me enteré de este 2009, no me enteré de cómo se escapaba de entre mis manos antes del invierno. Se me fué deprisa y continuamente me cuestiono si es o no 2008, aquellos maravillosos e indiferentes años.
Nunca me habían cantado con guitarra en un lugar tan sereno, y quizás sea eso lo que haya matado a dos mil nueve, o no, no sé.
¿sabes eso de sentir como una especie de élice sobre tu cabeza, ante la planicie, pero que planea y no baja ni cesa?
Lo intento pero no puedo, quisiera dejar esta herida en manos de una mujer y así adivinar a eva entre las...(¿tinieblas? ¿no suena demasiado cutrétrico?)a eva, a la eva que tanto me ha dado de vivir y desayunos in café con leche ausentes; y no porque la máquina estuviese rota: no desayunábamos nunca, como mucha gente, pero sólo como nosotros, y yo salía corriendo por las escaleras porque bloqueabas el ascensor con tu cuerpo recién despierto, cubierto por tu pelo y sonriendo tímida y pícara como siempre, con una mano a dos palmos de tu cabeza apoyada en la puerta y la otra en la cintura.

Ojitos de miel,
besos de gato
y lágrimas de plomo sobre este pecho de aceite.

. En esta antología de llantos, a veces disfrutábamos como niños pequeños cogidos de la mano haciendo volar a las palomas. Y lloras, o llorabas, eva, y yo te miraba con estas cuencas sin ojos y tu cielo estallaba tan altruistamente que nos lanzábamos a la borda día tras noche

Soy vulnerable, y si me cogen de la mano puedo causar fatiga.