jueves, junio 03, 2010

ave maría purísima

Te lo voy a contar.

El cólico de fé se me amontona en las sienes y me galvaniza las vértebras. Galvanizadas y oxidadas vértebras que sólo se mueven para dolerse y sangrarse.
Es el mismo Dios el que se me agarra a la cabeza y pretende quebrarme el alma y reventarme el cráneo a base de presión; y sólido de odio le escupo indemne. Le grito "olvídate de mí y muere" y lo veo evaporarse en piedra viva.
Son los efluvios de un alma blanca, que se me agarran y me quieren dormir para que no dé a la luz más oscuridad limpia de amor, vacía, vacua como el cerebro de mi especie. Es el mismo Creador que se arrodilló ante mí para engendrarme el que ahora me quiere dormir a base de dolor blanco, repito, que no es más que amor. Y es blanco para que duela más, para que sea más visible la sangre de mi alma en el suelo y en las paredes que se extienden hasta el pensamiento.
Es negro el cielo si hoy río, para moverme a mi antojo; pero si brilla con esplendor y me sonríe a la cara, temo desesperado balanceándome autista en un rincón de mi cuerpo. Arrojo el miedo e introduzco el principio del amor y me enamoro de mi secuestrada ausencia de mí mismo para viajar al galope en pos de mi balancearme inerte bajo el techo que me limpia los ojos de sabiduría y me reina de caos.Caos.


y ya que el caos es el lugar común de nuestra existencia desorientada...

2 comentarios:

  1. asi que el dolor/amor es blanco? nunca lo hubiera adivinado. curiosa sinestesia.
    saludos a Eva.
    :)

    ResponderEliminar
  2. El caos, al fin, el centro de todo

    ResponderEliminar