domingo, marzo 03, 2013

El Final de la Guerra

(prohibido leer sin sentir)
http://www.youtube.com/watch?v=B9pPNg2d3eA&NR=1&feature=endscreen


 He quedado destartalado. Esta batalla ha durado mucho más de lo que a mí mismo me prometí, los muertos se cuentan por millones. Pero es una batalla distinta, es una batalla que pone final a una Guerra, la Guerra en la que te disputé al Destino, la Guerra que da vida.

 Esto no es un corazón, es una espada errante clavada en un corazón. Lo de mi pecho no era un nudo, era una soga marinera forjada en alta mar a las más bajas temperaturas. Ríos de tinta que han ahogado batallones, tempestades que se han llevado ejércitos, lágrimas brillantes que han devuelto la vida a gigantes, estampidas de mamuts que han arrollado emociones y han espantado miedos, cañonazos que en medio del mar han hundido poemarios enteros, nubarrones que se han abierto para dejar caer un miedo infeccioso que hoy el Sol hace desintegrarse, en amaneceres que han traído la Primavera y los trinos de los pájaros, montañas de cadáveres que escondían tesoros, ciudades eternas reducidas a recuerdos, invasiones oníricas repelidas por dragones, fuegos valirios que han derretido el Hielo en el que quedé congelado.

 Esta batalla se libró en mi ausencia. Estuve en coma. Y seguí luchando contra la Muerte, pues la Resistencia es transversal, y no hay frente perdido ni ganado, no hay batalla que yo diese por perdida, nunca. He hecho de un sueño profundo una batalla que he librado contra la Muerte y el Destino, en la que la Muerte se rindió cundo me alcé gigante sobre la espada que, clavada en mi pecho, derramaba a través de sí la sangre que estercola el pasado y destiñe el presente, la sangre que construye los frutos del futuro. He visto cómo mi fuerza no era física, cómo todo estaba por nacer, cómo de un alma humilde surgían huracanes y terremotos; cómo se tornaba de noche durante la Guerra y el Destino no presentaba batalla, simplemente huía contigo inerte entre sus brazos, como si de un titán absorto, autista, desorientado, se tratase, sin darme la opción de morir en sus manos, sin darme la opción de desatar el kaos, sin darme la opción de entregar mi vida a esta lucha, de mover con mis brazos el Tiempo y forzar a la Tierra a volver atrás, por tenerte. 

 Y alcancé al Destino, y en un valle de lágrimas llegó la Primavera y Tú fuiste, Tú tomaste forma sin avisar, en un momento en el que me creía perdido, condenado al ostracismo solitario, condenado a vivir en una soledad más que concurrida. Me creí condenado al desahucio de mi alma, a buscar como alma errante sin principio ni fin... y entonces todo tomó forma, y la forma fuiste Tú. De repente lo entendí: entendí que el contenido, todo este tiempo, habías sido Tú; que yo no tenía por qué morir como nada en hipóstasis de consuelo; que era posible, que no había por qué buscar y que podía, por fin, vivir, contigo, feliz.

 Y esto me abrumó: toda una vida buscándote y te he encontrado, y mi vida basada en buscar debería tomar ahora sentido, y lo que toma es miedo. Miedo a perderte, miedo a la vida, miedo en sus infinitas formas de expresión caído de una nube que todo lo cubre, tapando la faz de mi tierra. Y el miedo me cubrió hasta el pecho. Y lo que pensé que era miedo hasta el pecho resultó ser un nudo, un nudo hundido en lo profundo de mi pecho que ha paseado mi alegría, como un niño pasea su globo, durante todo este miedo; y por fin entendí la espada de mi pecho:
...
 la espada que un día me ensarté para librarme era la que hoy tenía que blandir para librarnos. Y me alcé con ella a tumba abierta, decidido a recuperarte del Destino, que huía incesante; y corté el miedo, y desangré al Tiempo; y el Destino cayó, torpe, tropezando, al suelo, dejándote caer en un grito, y desperté del coma. Y gané la Guerra, gané mi Libertad.

 Había perdido todas las batallas, pero sabía que no perdería la Guerra. He vencido al Destino y soy la Historia. El premio soy Yo, detengan al Tiempo.

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