martes, noviembre 18, 2008

Mi jorobado más odiado

Toc toc. Llaman a la puerta. Me incorporo, me acerco. TOC TOC, de nuevo y más intenso. Creo que pregunté algo así como quién es o similar, y al ver que no había respuesta, decidí abrir
rápidamente.
Era él. Aquel jodido jorobado de tres brazos y dos piernas que me alimenta. Ni andrajoso ni nada por el estilo, iba hecho un puto asco. Una peste de más de mil demonios y un aspecto horrible, creo que también portaba un espejo inmenso.
Le empujaba cretinamente a la puerta con el hombro, quería pasar y pasó, siempre sucede así.
Dejó caer el fardo que transportaba desde dios sabe donde, quedándose en sus ropajes una marca sudorosa con la forma de aquel odiable fardo.
Por momentos quiso desvanecerse, pero no se lo permití, lo insté a que se quedase. Al dejar aquel paquete en el suelo, salpicó a las paredes con un extraño líquido de indescribible color que había en su interior, como algún suculento festín de carne putrefacta, maloliente.
Volviendo a la realidad me dijo algo así como: ¡aquí tienes tu droga!, seguido de un carcajada humillante. ¡Joder! ¡Cómo odio eso!, tuve el placer de ver su patética dentadura oxidada y desvencijada seguida de sus encías casi negras. Tosió, siempre lo hace, es como un intento de atentado frustrado por no llevar suficiente gasolina para llegar al lugar. Siempre sucede.
De nuevo intentó reir, pero esta vez no se lo permití. Cerré el puño y le golpeé en su horrendo rostro con todas mis fuerzas. Le hube de haber desfigurado la cara, pero sólo conseguí que frenase esa chirriante risa y que volviese su cara a mi mirada desencajada.

La rabia, instintiva, estalla; sentí un impulso sobrehumano por gritar y no parar de gopearle nunca, pero nunca digas nunca, y así fue, en ningún momento dije nunca.
Mal momento para recordar frases así...
Con mucho esfuerzo sostuve tres lágrimas y ese impulso instintivo; lo último que quiero es que me vea flaquear.

De repente, reorganiza su cuerpo y con una vengativa mirada me declara la guerra fíjamente a los ojos.

¿El resultadode este encuentro fatal?
Ahora escribo sentado a mi escritorio con la cabeza baja sobre, de nuevo, una hoja de papel.
Él, creo, erguido detrás mía, ladeado a la derecha con una sonrisa satisfecha.


Cae otro pedazo de incienso quemado.

2 comentarios:

  1. qué decir de mi compañero de armas? No pueden con nosotros!!no pueden!!Somos el uno!

    Prepara algo guachi pal jueves que tengo ganas de quemar con absenta esbozos de vértigo. Love u pollo ligón. Todos te amamos (amamos al lider!)

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  2. Si queridos amiguitos, nunca digáis nunca ni este cura no es mi padre.
    Hombre, yo entiendo que te pueda dar un poco de asquete el hombre este, por aquello de que le cantaba un poco la sobaca mora, pero de ahí a golpear con saña a un disminuido físico pues no se yo. Aunque pienso que no se te daría muy bien eso de darle pal pelo al tullido ya que al final has acabao lloriqueando en tu escritorio, pero en fin ahí no entro, que hay liebres que se te revuelven en medio palmo.... y luego to se sabe. Con dios Majete!!!!!

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