sábado, enero 31, 2009

retahilas disueltas

sin duda encontrarás actractivos en ella que no te podremos dar. es, sabemos tú y yo y lo comentamos a menudo, muy jodidamente atractiva aquella mujer de la infinita tristeza. una untuosidad no excesiva en su carácter (que te invita) y lo sé; conmigo también lo intenta.
mitad y mitad es suficiente.
mitad de un beso factible y vital, mas la mitad del otro o si acaso media mitad de la mitad que te daría ella sería más que suficiente para cualquiera de nosotros, pero en el momento que llegue, las tres primeras caladas de negación de la pulsión superviviente te las debe de dar la vida y no tú a ellas (lo que viene a ser lo mismo);
y sin embargo, tú, compañero de excitantes viajes, tú, deseas besarla, acariciar su pelo, mirarla a los ojos mientras ella penetra toda en tí y decirle palabras bonitas mientras, literalmente, te devora el cuello. pasear con ella cogidos de la mano viene a ser últimamente tú más desafiante y excitante acción.
follar con ella a escondidas en el aseo de cualquier lugar mientras crees taparle la boca con la mano para que no grite, y sabiendo a ciencia cierta que es ella quien te sujeta para que no digas su nombre en el cúlmen orgásmico (porque no lo sabes, campeón!)... para que nadie sepa quién se esconde tras esa mirada perdida e inquisidora al mismo tiempo, desnudando al mismo tiempo personas y objetos (objetos al fin y al cabo, unos de otros, y de cada otro, como decía, otro otro y viva la otredad)

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