el lobo que aúlla solo a su soledad.
El lobo que mira atento mi cuerpo queriendo comprender que yo también sea un animal y que yo también aúlle. Porque el ser humano es animal pero lo rechaza, y el lobo no lo sabe porque el lobo es animal, y piensa que el hombre también es animal, pero es piedra, piedra que sabe. El lobo vive haciéndose y siendo una constante en su repliegue sobre el mundo; el lobo es también el águila que cae en picado y agarra al conejo que es también el lobo, que a su vez también es lobo un poco el momento y las garras haciendo la piel sangrar. El lobo es como una tea arde. El lobo es un continuo entre su cuerpo y su mente y su alrededor; sus patas son también su suelo y sus orejas son también su aullido, que también es un grito oído a lo lejos, como también su pelo es su viento no por pertenecerle a él ni por ser en cierto modo suyo, sino por cabalgarse a sí misma la vida apoyada en sus formas.
La sábana que se despega del edredón sin que puedas saber del monstruo que esconde, eso es el lobo
aullándose solo a su soledad.
Y el ser humano es la piedra en medio del engranaje haciendo colapsar la máquina y el cuerpo, que lo hace cadáver presentando la posibilidad de la finitud, interrumpiendo constantemente su repliegue animal sobre el mundo para hablar del propio repliegue, simplemente porque puede. El ser humano es lo que chirría y hace quebrar las ruedas del carro haciendo que éste vaya tan rápido y lejos como nunca fue. Es un animal que quiere serlo sin dejarse serlo, interrumpiéndose.
es lo más lejano que hay de la sábana
y a la misma vez es su máxima expresión
domingo, mayo 12, 2013
miércoles, mayo 08, 2013
pesadillas
http://www.youtube.com/watch?v=GZbuA7r17uk
Me pueblo a mí mismo de vientos de cementerios,
de movimientos violentos.
Si los sueños se apagan
se esconden en ráfagas,
se agarran a trazas de sal en la herida.
A la noche, de nuevo,
descorporizo mi cuerpo
y me visto de telas de sueños
de vientos ajenos,
de cementerios modernos.
A la noche, de nuevo,
se llenan mis huecos
de llantos y vuelcos.
Me encuentro y apesto,
retuerzo mis huesos
buscando el crujido.
Me visten las telas de almizcle,
que soplan e insisten,
acodando declives,
que envuelven en bucles mis sueños de luces,
y el llanto que sueño me despierta enfermo.
Soy la noche abriendo la boca
gigante
y muerta de miedo,
comiéndose el mundo,
atenazando en sombras la luz que
gimiendo
se apaga.
Soy la curva celeste haciendo pequeño el teatro de cemento desde el que me pienso
Me pueblo a mí mismo de vientos de cementerios,
de movimientos violentos.
Si los sueños se apagan
se esconden en ráfagas,
se agarran a trazas de sal en la herida.
A la noche, de nuevo,
descorporizo mi cuerpo
y me visto de telas de sueños
de vientos ajenos,
de cementerios modernos.
A la noche, de nuevo,
se llenan mis huecos
de llantos y vuelcos.
Me encuentro y apesto,
retuerzo mis huesos
buscando el crujido.
Me visten las telas de almizcle,
que soplan e insisten,
acodando declives,
que envuelven en bucles mis sueños de luces,
y el llanto que sueño me despierta enfermo.
Soy la noche abriendo la boca
gigante
y muerta de miedo,
comiéndose el mundo,
atenazando en sombras la luz que
gimiendo
se apaga.
Soy la curva celeste haciendo pequeño el teatro de cemento desde el que me pienso
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