mi piel desierta bajo tus pómulos cuarteados. mi cuerpo yermo, vacuo de energías, siniestro y adverso ante el presente. Un sólo cuerpo agotado ante el presente: horas, minutos, eras, y el mismo resultado, sólo que más viejo.
No hay rumbo para los marineros de aguas turbias, cualquier orilla es puerto querido de embarcaderos desaparecidos, asideros garantes de existencia.
que no te duela el silencio, que te duela el desaliento. que no caigan las lágrimas, que sobrevenga la fuerza y que el ojo del huracán desaparezca. que vengan las olas de dioses y levanten a los titanes del sueño, que vuelvan a alzar, juntos, lo onírico de lo dionisíaco y la cruda tierra de mis entrañas en la espiral de la construcción de la vida.
me he dejado tanto que no me encuentro, permitidme el lloriqueo inadecuado